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25 05 07

“Crisis del Estado de Bienestar, Precariedad y Nuevos Derechos Sociales”

Maribel Casas-Cortés and Sebastian Cobarrubias

Información retrospectiva y programa completo en: http://transform.eipcp.net/correspondence/1176224646

 

Este encuentro político de tres días tuvo lugar en el centro de Sevilla, en un edificio ocupado a través de una serie de luchas y hoy hogar para vecinos de tercera edad principalmente y sede de organizaciones comunitarias. Este lugar emblemático –el Centro Vecinal El Pumarejo– es la sede de una de los principales grupos organizadores del encuentro: la Ofician de Derechos Sociales de Sevilla. Esta organización, junto a otras ODS [1] (de Málaga, Barcelona y Terrassa), y grupos como Laboratorio de Nuevas Maquinas Políticas, Universidad Nómada y Precari@s en Movimiento, organizaban una serie de talleres y asambleas invitando a participantes locales e internacionales que están trabajando en temas de precariedad. Todos estos grupos comparten un entendimiento similar de la precariedad: como proceso que afecta a varios aspectos de la vida, más allá del ámbito del trabajo remunerado. Para ello, utilizan términos como “precariedad social” o “precarización de la existencia”. El dossier de las jornadas presentaba la siguiente definición:

“Precariedad significa escasez, inseguridad, debilidad e intermitencia de la renta, de los derechos, de los proyectos, de la confianza en el propio medio y en los demás, de la salud y de las expectativas de vida” (Programa del encuentro).

Inspirados por el potencial político de dicho concepto de precariedad que va mas allá de las condiciones en el lugar de trabajo, el encuentro perseguía explorar la transición desde el estado de bienestar (welfare state) hacia el  “workfare state”, situación donde la precariedad afecta cada vez mas a las condiciones de vida.  El encuentro en Sevilla tuvo lugar a mediados de abril con el objetivo concreto de apoyar al proceso organizativo hacia EuroMayDay [2] en la región, llamado MayDaySur [3]. Uno de los objetivos era analizar y enunciar los posibles nuevos derechos sociales que podrían ser apropiados para la coyuntura actual. Entre las experiencias compartidas, dos propuestas fueron clave para repensar los derechos sociales, constituyendo una parte principal de las jornadas: por un lado, una versión repensada de la Renta Básica, y por otro lado los Derechos de ‘Cuidadania’.

En relación a la primera, la lucha por la renta básica tiene una larga historia, con manifestaciones diversas según lugar y momento de la lucha. La versión más conocida es la que exige retribución monetaria, siendo esta universal, individual e incondicional. Dado que todo el mundo –no solo aquellos en posiciones asalariadas– participamos de una manera u otra en el proceso de producción de capital, todos deberíamos tener acceso a un trozo de la tarta: la cantidad sería estimada en relación al salario mínimo vigente. Sin embargo, la versión discutida en este encuentro iba más allá del dinero. Según ciertos análisis del capitalismo actual, especialmente las lecturas feministas y neomarxistas, estamos atravesando una etapa de transición. Autores como Antonella Corsani and Maurizio Lazzarato hablan como la relación capital/trabajo ha mutado hacia el binomio capital/vida. La tendencia hacia un tipo de trabajo que incluye muchas de las características tradicionalmente asociadas al trabajo de mujeres –como flexibilidad, vulnerabilidad, disponibilidad, adaptabilidad, improvisación, o múltiples tareas– está borrando las líneas antes claras entre trabajo y no-trabajo. Espacios de reproducción, y actividades relacionales y cognitivas (todas ellas esferas de la vida en general), se convierten en sitios de producción económica estrictamente hablando[4]. Dado este contexto, la demanda de una “renta básica” no puede expresarse exclusivamente en términos monetarios, sino que incluiría una serie de infraestructuras, servicios y recursos como vivienda, transporte, acceso a conocimiento, etc.

A pesar de las leves diferencias entre las distintas versiones presentadas en el encuentro, todas ellas comparten un denominador común: la renta básica como mecanismo de valorización de aquellas actividades que, a pesar de estar constantemente produciendo, son sin embargo invisibilizadas, no reconocidas y difíciles de medir: afecto, conocimiento, relaciones, cuidado, etc. La lucha por la renta básica en estos términos seria el equivalente a la lucha por el salario exigido por el obrero-masa de la fabrica fordista. Esta nueva etapa del capitalismo requiere nuevos derechos. Si la producción del capital es distribuida entre más actores y más esferas, si la actividad económica se ha transformado en algo más colectivo y difuso, entonces los recursos deberían estar más distribuidos también, y no basados en propiedad individual o la cantidad de trabajo personal. La renta básica se propone entonces como una herramienta de reconocimiento y de retribución de esas actividades cooperativas y relacionales que actualmente están fuera del radar. Esta retribución debería ser incondicional, y no basada en un merito cuantificable, dado que la gente esta constantemente produciendo, dentro y fuera del lugar de trabajo. Esta versión de la renta básica exige una cantidad no relacionada directamente con la productividad. Según algunos de los participantes y ponentes italianos, la renta básica se convierte en una medida clave para afrontar la cuestión del aumento de la precarización afectando múltiples esferas de la vida consecuencia de la actual coyuntura de capitalismo cognitivo.

En relación al segundo punto, el taller Práctica y Derechos de Cuidadania tuvo lugar en la tarde del segundo día, otra vez en el típico patio andaluz de aquel mítico edificio ocupado. Las cuatro ponentes, venidas de Madrid, Sevilla y París, también analizaron las transformaciones en la relación vida/trabajo, pero partiendo desde premisas menos centradas en el trabajo, y más situadas en el cuidado. Los análisis presentados por representares de la Agencia de Asuntos Precarios y del colectivo feminista sevillano Lilith  se centraron en la cada vez mas conocida noción de “crisis de los cuidados”. Lo que los movimientos sociales feministas quieren decir por cuidado son aquellas tareas materiales e inmateriales que proporcionan bienestar físico y emocional a terceros –como limpiar, cocinar, cuidar, criar, sonreír, dar confianza, etc.-, todos los cuales son necesarios para el mantenimiento de la misma vida [4]. A pesar de su centralidad en la producción y sostenibilidad de la vida, contribuyendo en gran medida al crecimiento económico y desarrollo socio-político, toda esta producción [5] generada dentro de la esfera del cuidado ha sido infravalorada e invisibilizada. Históricamente esta posición invisible, sin reconocimiento y no remunerada, ha sido asignada a las mujeres, y todavía hoy es el caso, cuando el 85% de los cuidadores son mujeres. Sin embargo, algunas de las mas recientes transformaciones socio-económicas (por ejemplo: acceso de las mujeres al mercado de trabajo, movimientos migratorios, flexibilización, etc.) no solo han aumentado la fragilidad y explotación de ese sector de la población tradicionalmente asociado con cosas de cuidados –las mujeres–, sino que estas transformaciones están además generalizando los problemas relacionados con cuidar al resto de la sociedad, multiplicando de manera exponencial la cuestión del cuidado. Hoy más claramente que nunca cualquier persona en cualquier parte del mundo tiene que lidiar con las tareas del cuidado: dado que todxs somos cuidador@s o cuidad@s, todxs necesitamos afrontar los retos emergentes de este creciente vacío de cuidadores, que necesita llenarse con nuevos roles y sujetos del cuidado. La situación esta explotando ahora por una serie de deficiencias: la falta de una política explicita sobre cuidadores, sin proveer  infraestructuras y servicios necesarios, y también por la ausencia de reconocimiento social y de remuneración monetaria de esta actividad central.

La profundización y expansión del “cuidador” como figura singular –hasta ahora encarnada en las mujeres– trae consigo una serie de contradicciones y retos que se está denominando “crisis de los cuidados”. Esta crisis fuerza a una redefinición necesaria de los roles de quien cuida y quien es cuidad@, planteando preguntas como: ¿quien va cuidar aquellos que necesitan de más atención: niños, mayores, personas con diversidad funcional, etc.? ¿Que tipo de infraestructuras, servicios y reconocimiento y nuevas estructuras familiares resolverían la situación actual de crisis?

Esta crisis supone muchos retos, pero también oportunidades que prometen. Si la crisis es entendida como algo no limitado a la esfera domestica, sino que es, al contrario, vista como una cuestión social, entonces es posible darse cuenta de su potencial transformador. La lógica del cuidado, entendido desde un punto de vista feminista abierto a alianzas, contestaría la lógica del beneficio. El cuidado, como el conjunto de actividades que logran la sostenibilidad de la vida, sería capaz de generar cierto sentido de lo común entre situaciones diferentes y entre poblaciones diversas. Podría apoyar a ampliar los procesos de movilización. Uno de los ejemplos mencionados en el panel fue la celebración del día internacional de la mujer en Madrid el 8 de marzo de este año. La acción principal fue fruto de un trabajo previo en talleres enfocados en la cuestión del cuidado desde distintas experiencias: desde la trabajadora domestica inmigrante a la violencia domestica a la diversidad sexual. EL cuidado se convirtió en el tema transversal, visible en las pancartas y atuendos de cada diferente sector de la manifestación festiva que recorría la avenida de Atocha.

Desde un punto de vista feminista, la noción del cuidado ayuda a redefinir las cuestiones de la ciudadanía y los derechos como demandas políticas. Estas dos son consideradas por una mirada feminista crítica como nociones de alguna manera sesgadas. Sí que es cierto que históricamente fueron necesarias para alcanzar algunos avances; sin embargo, según ciertos análisis feministas, ambas están situadas en el lado de lo “publico/individuo autónomo/beneficio” de la división patriarcal del genero. Esta basado en la lógica de “pedir algo al estado”. De esta forma, la cuestión de la renta básica se presenta bastante problemática si se limita a ser una demanda de reconocimiento monetario por parte de una institución pública. La lógica del cuidado iría más lejos. Repensaría los derechos como la posibilidad de una predistribución necesaria de las tareas de los cuidadados, empujando hacia una redefinición más general de infraestructuras y roles sociales. Esta manera de pensar los derechos es lo que ha recibido el nombre de cuidadanía [7].

Este punto generó un gran debate entre los participantes, dado que el discurso sobre la renta básica estaba inmerso en un marco convencional de derechos y ciudadanía. El debate fue bastante productivo tratando de reconciliar ambas propuestas, las cuales, hasta entonces, parecían muy distantes entre ellas, cada una ignorándose mutuamente. A pesar de la aparente distancia, había cosas en común entre la mesa de renta básica y la de cuidadados, aunque partiendo de premisas diferentes, y además de que cada mesa estaba encarnada reproduciendo estereotipos de género: la primera centrada en renta, principalmente por hombres, y la segunda enfocada en cuidados, por mujeres.

Además de estos dos seminarios centrales, hubo dos asambleas durante el encuentro: la primera a nivel de Andalucía y del estado español; y la segunda a nivel europeo. La primera asamblea incluyo breves presentaciones por una serie de grupos como la Coordinadora de Inmigrantes de Málaga, la Oficina de Derechos Sociales del Centro Social Seco en Madrid, el Sindicato Unitario, etc., cada uno describiendo sus propios procesos de lucha desde y contra la precariedad. La asamblea llamada europea, no logro tener participantes de muchos países o regiones (a parte de los grupos del estado español, había un contingente de Italia, y alguna representación individual de Londres y Holanda). A pesar de este vacío, la asamblea genero varios puntos relevantes a las luchas sobre la precariedad. Por un parte hubo un debate sobre “la crisis del proceso de EuroMayDay”. Aunque nuevas ciudades estaban empezando a experimentar con el proceso/acción del mayday, muchos lo habían abandonado, y especialmente en Italia, donde había surgido con mas fuerza, se estaba viviendo una especie de crisis. Si el objetivo del EuroMayDay era visibilizar nuevas formas del trabajo y de vida, problematizandolas, esto había sido en gran parte logrado. La precariedad se había logrado poner –de una manera u otra– en la agenda política de muchos países europeos. Además, luchas sobre temas precarios están extendiéndose mas allá de un día concreto en mayo (se mencionaron los procesos de revuelta en contra el CPE en Francia, una serie de huelgas en Dinamarca y las movilizaciones estudiantiles en Grecia). En este sentido, el proceso había cumplido su propósito. Sin embargo, un tema que surgió fue el de evitar convertir el termino “precario” en una identidad exclusivista (“nosotros, los precarios”). La increíble cantidad de producción grafica y simbólica por grupos trabajando en cuestiones de precariedad (y especialmente aquellos ligados al proceso EuroMayDay) estaba expresamente pensada para atraer a un tipo de población harta de otro tipo de hacer política y de organizarse. Al mismo tiempo, el uso excesivo de la palabra “precariedad” (como nombre, adjetivo, como tipo de sujeto, etc.) acompañado de un estilo particular de diseño estético muy definido (de los 60s, juguetón, techno, etc.) quizás ha creado una audiencia más cerrada, un nicho de población al cual este discurso sobre la precariedad le atrae. Sin embargo, no ha sido capaz de generalizar más lugares de lucha en torno al tema de la precariedad entre otras poblaciones y/o articular alianzas entre ellas.

 

Antes de terminar este relato del encuentro, abandonemos por un momento los contenidos para mencionar brevemente los objetivos obtenidos en las jornadas. El evento en si mismo constituyo una oportunidad única para tejer redes y formar/reforzar alianzas entre iniciativas paralelas dentro y fuera del estado español (sobre todo con iniciativas italianas), tratando de consolidar una articulación mas firme entre ellas. Como se mencionó al principio, el objetivo organizativo de este encuentro era calentar mentes y cuerpos para apoyar el trabajo previo que se estaba haciendo en cuestiones de precariedad en la región. En particular, el fin era contribuir a los esfuerzos organizativos del proceso de MayDaySur, el EuroMayDay de Andalucía, que agrupa a varios colectivos y redes de la región y que este año tendrá lugar en Málaga [7]. Sin embargo, el mencionado objetivo estuvo lejos de llegar a ser cumplido. La asistencia sevillana fue bastante escasa. Además, aunque las jornadas tuvieron lugar en algunos de los enclaves políticos más interesantes de la ciudad (como el Centro Vecinal El Pumarejo o las comidas en el terreno ocupado Huerto del Rey Moro), hubo bastante desconexión entre los contenidos, los visitantes y la realidad política sevillana.

A pesar de estas limitaciones criticadas internamente, el esfuerzo organizativo mereció la pena. Después de revisar algunas de las contribuciones teóricas circulando entre movimientos y presentadas en el encuentro, es evidente que los movimientos sociales son algo mas que “anti” y que están generando una serie de propuestas políticas basadas en análisis teóricamente elaborados y conceptos innovadores. En particular, este encuentro permitió poner en intensa conversación dos itinerarios de lucha (renta básica y cuidados), explicitando diferencias y encontrando cosas en común. En palabras de los propios organizadores: “con estas jornadas queremos contribuir a pasar de la denuncia a la investigación y la acción” (el énfasis es nuestro).



[1] ODS es el acrónimo para Oficinas de Derechos Sociales.

[2] Desde 2001 se dan acciones reclamando el día internacional del trabajo como el día de la precariedad en diferentes metrópolis europeas: http://www.euromayday.org/

[3] http://maydaysur.org/

 

[4] Antonella Corsani y Maurizio Lazzarato “Renta garantizada como proceso constituyente”, articulo parte del dossier distribuido en el encuentro (ver http://multitudes.samizdat.net/article1735.html).

[5] Esta explicación de la noción de crisis de los cuidados esta basada en la mesa de cuidadanía de las jornadas en Sevilla y también en el Manifiesto del Día Internacional de la Mujer distribuido el 8 de Marzo en las acciones de Madrid. Fue consensuado y distribuido por varios colectivos del movimiento feminista de Madrid. Debemos mencionar que ésta es nuestra propia lectura de dichos contenidos.

[6] El cuidado forma entonces parte de la producción y no sólo de la reproducción. Dicha división se inspira en economía marxista que pone a la producción como la principal actividad y la reproducción como su mecanismo de apoyo. Esta noción esta basada en la división patriarcal de lo publico/privado. Las versiones feministas enfatizan la centralidad de la esfera reproductiva, la cual es entendida como aquélla que esta produciendo la vida misma, y que hablando en términos económicos genera 2/3 de la producción social total (miembro del colectivo Lilith durante la mesa de cuidados).

[7]  El termino de cuidadanía nace de un lapsus gramatical escrito en la placa de inauguración del mismo centro vecinal del Pumarejo, que todavía esta colgada a las puertas del edificio. Fueron algunos colectivos feministas de Sevilla los que empezaron a reapropiarse de este feliz juego de azar gramatical para repensar la conexión entre cuidad

Maribel Casas-Cortés

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